Viejo, mi querido viejo...
El Domingo te fui a ver...
Fuimos con tu hija, mi mamá.
Mientras me acercaba hacia tu casa, comencé a recordar tantos momentos lindos que vivimos juntos, ¿sabes? mi infancia huele a ti, sabe a mermelada de frutilla y fruta picada.
Recordé largas caminatas tomada de tu mano,
también los mejores helados de chocolate de mi vida (eran nuestro secreto...)
recordé cuando me defendías de los otros niños...
Nos detuvimos con mi mami a comprarte flores, de ésas que a ti tanto te gustan... y te compramos una rosa blanca, de las mismas que cultivas en el jardín.
Casi al llegar, miro a mi mamá, me miro, somos tus frutos, somos tus amores,y pienso con nostalgia en la otra parte de "tus amores" que se encuentra lejos, en el sur.
¿Sabes?
Tal vez nunca te lo he dicho, pero tú me enseñaste a amar. Tú me enseñaste, con tu ejemplo, lo que es el amor de pareja, la compañía, el apoyo mutuo, los desayunos a la cama, la lealtad.
Tú, mi viejo me enseñaste la responsabilidad, levantándome cada mañana a tiempo para llegar al colegio puntualmente...
Caminando hacia ti, comenzamos a conversar sobre nuestras vidas, nuestros proyectos, nuestras penas y abandonos, nuestras alegrías y amores.
Siempre que estoy cerca tuyo, me cuestiono sobre mi vida... quiero sentirme orgullosa de mi, para sentir que todo tu esfuerzo, toda tu entrega no fue en vano.
A veces, cuando no sé qué hacer, pienso, qué me diría mi tata... y la respuesta llega sola. Con esa forma tuya, tan a la antigua, tan simple y tan certera y honesta.
Me siento a tu lado. Arreglar las flores para ti, es un ritual que compartimos. Por eso no te compro arreglos, porque me gusta llevarte las flores y arreglártelas con mis propias manos, así como tú con tus propias manos plantabas, sembrabas y arreglabas todas las plantas de nuestra casa.
¿te acuerdas del aloe vera que me traje chiquitito, envuelto en papel de diario? Sí, ese cactus que tú plantaste en medio del patio, en la mejor ubicación porque era mi planta favorita...
Está gigante y bella... y ya tiene la flor de invierno de este año...
¿sabes? está a punto de abrir, roja, grande, hermosa.
Aprendí a vivir sin ti, viejo. Aprender a vivir sin ti, ha sido aprender a vivir contigo en el corazón.
¿Sabes que te amo? Sí, lo sabes, siempre te lo digo.
Terminamos de arreglarte las flores... mágico momento en que contemplo y sentada a tu lado, parece que nada importa en realidad.
Miro tu tumba... respiro profundo, me siento en paz.