Recostada, aún recordaba los sabores y olores del cuarto...
La piel dorada que había recorrido con sus ojos cerrados,
Cerrados para ver con otros sentidos,
para dejar atrás los pensamientos y abandonarse en sentir..
La piel, oscura... dorada, suave.
El cuarto que cobijaba a tantos, y a ellos esta vez.
La urgencia y la calma,
Urgencia por la espera, por el deseo contenido
por la ausencia prolongada...
Calma, que el tiempo fuera compasivo y detuviera los relojes
para prolongar el instante.
Ojos risueños, serios, profundos, se fueron sucediendo uno tras otro...
Y los besos, ah! los besos,
aún latían en su boca, como el primero
que durante semanas la siguió estremeciendo.
Besos que exploran, que buscan, que encuentran, que entregan.
Hombre que la había extasiado,
recorrido cada centímetro de su cuerpo...
su aliento masculino la embriagaba,
sus hombros recortados por la luz tenue del lugar,
y su piel dorada, oscura, con sabor a deseo.
Se sonríe.. nada ni nadie puede saber.
Nada ni nadie le robará el placer, el éxtasis,
la intensidad, el secreto.